Ciclos

Perlas

El tiempo no lo dirá, el tiempo la olvidará, se difuminará en la memoria como el vapor de las nubes, se escurrirá entre los dedos como la tibia arena… pero volverá… amordazará las gargantas, se paseará por los cuerpos; como la pesada carga de un centrifugado, volteará los estómagos, nos despertará al alba, jugará a malabares, una y otra vez…, una y otra vez caerán los palitroques abatidos por la misteriosa bola que rueda caótica por los senderos sólo descifrables por los poderosos… incertidumbre, desasosiego, inquietud, miedo … activada tal vez por algún hecho aparentemente insignificante, mundano, pero incontrolable por los individuos, simples peones que juegan en un tablero pre diseñado.

Una mañana vocearán de nuevo la falsa esperanza los agoreros del infinito progreso económico, se habrá ido, olvidaremos a los abatidos, será un recuerdo difuso, in hilvanado, como un fino hilo de pescador que se soltó del engarce, y recogeremos las cuentas del collar que habían rodado despavoridas al estrellarse contra el suelo.

A. Ferri

Mirillas telescópicas

democracia-rifle

¿Qué es la memoria de una generación?

¿Quién baraja los recuerdos?

¿Quién impide que se abran las cunetas y abracemos a los nuestros?

¿Quién publica, discrimina, difunde y crea opinión?

¿Dónde enterramos  los sueños, el coraje y el valor?

 

Estamos a tan sólo un respiro de una lucha fratricida,

del hambre y del dictador.

Nos colaron democracia, movida, drogas y rock and roll,

progreso, desarrollo y neoliberalismo a go gó,

a cambio de anestesiarnos, complacientes y creídos

en el gran sueño español.

 

Las torres despedazaron,

las estatuas derribaron,

bibliotecas incendiaron,

de vallas nos rodearon

para proteger nuestro estatus

de la amenaza exterior,

compramos nosotros mismos

pantallas multicolor

para huir de  la miseria

que avanza a nuestro alrededor.

La carcoma ya corroe

nuestra nariz de Pinocho.

 

Las balas de la economía

silban a nuestro alrededor

y seguimos ateridos,

más muertos que vivos,

mendigando un bocadillo

para volver al caparazón.

 

De nuevo emigran nuestros hijos,

mientras ellos se reparten

lo que queda del cortijo.

Ya está sentenciado el futuro,

ya está borrado el pasado,

el juicio está amañado,

la condena inapelable:

nos disparan con mirillas,

sin mirarnos a la cara,

ahora desde los escaños.

 

La supuesta democracia

hace poco fue entregada

en flagrante coalición

tras un amigable apretón.

¡Tan ciegos estamos

para seguir ésta farsa!

 

A. Ferri

0,25 mg.

Futuro incierto

Oleadas de inquietud,

un profundo malestar,

una enconada ansiedad,

un desdeñado

despertar,

un día nublado,

otro día más,

0,25 miligramos de

alprazolam.

 

Cajas vacías

yacen en los vertederos,

compañeras de sueños,

abductoras de insomnio,

propiciadoras de anmesias,

encantadoras de mentes.

Se disolverán con el tiempo

sin dejar ningún resto

en los yacimientos,

mosaicos indescifrables

por el incierto futuro.

 

Recetas embaucadoras

de la industria farmacéutica,

con la impotencia solvente

de doctores disciplentes:

‘debe usted aprender

a controlar el estrés’.

 

A. Ferri

La rana saltarina y el cuento «El cambio climático»

Érase una vez una rana saltarina, coqueta y pizpireta. La mejor en saltos de altura de su promoción ranil. De charca en charca saltaba y parecía que volaba.

Grandes distancias recorría buscando la charca más fresca. En su viaje, tropezó un día con una horda de sapos salvajes. Escondida detrás de un arbusto, contemplaba con gran susto, una humeante olla. Ya de noche, se acercó, y lo que allí vio casi la desmayó: un gran número de ranas apretadas a todo trapo, el agua caliente humeaba, más ninguna escapaba porque no les daba la gana.

“¿Qué hacéis ahí?” les dijo, cuando se atrevió a mover el pico, “sobrevivir”, le dijeron. “Pero…, ¿no veis que os están cociendo?”, les contestó la rana saltarina. “¡Oh, no, que va!, el agua está tibia, es el calentamiento global” contestaron resignadas. “Pero… ¿qué decís?, ¿qué calentamiento?, ¿no veis que os están cocinando en una olla?,” Entonces, las ranas de la olla, que tenían obnubilado el juicio hacía mucho tiempo y no querían reconocer su situación, empezaron a tirarle trozos de verdura, patatas y todo lo que encontraban flotando en el agua para que se marchara, gritándole: “¡ranaflauta!, busca tu olla en vez de vagabundear por ahí”.

La rana saltarina, se alejó de la olla y continuó su camino. Volvió a tropezarse con otro grupo de sapos salvajes, calentaban el agua de la olla hasta hervir, a continuación echaban la verdura, las patatas y las ranas, éstas ante el contacto con el agua hirviendo saltaban como posesas, ¡salían de la olla a cientos escampándose por la selva!

La rana saltarina consiguió parar a una, “ranita, ranita, ¿qué ocurre?”, “corre, corre” le dijo, “el fin del mundo ha llegado”. La rana saltarina, no se alarmó, era muy tranquila, “aquí, ocurre algo extraño”, pensó.

Continuó su camino, de en medio de la selva surgió un claro. Una gran pancarta proclamaba: III Congreso anual de calentamiento de ollas. “Puede que aquí esté la respuesta”, pensó. Muchos sapos enormes y feos conversaban, reían, mientras esperaban la llegada del S-7, los siete sapos más poderosos de la selva. Empezó el congreso. Las conclusiones fueron: los sapos querían cocer a todas las ranas, habían experimentado varias técnicas, la más efectiva era calentar la olla para cocerlas a fuego lento, de esa manera no se daban cuenta, además para no alertarlas uno de los sapos salvajes, disfrazado convenientemente de rana, les contaba el cuento “El cambio climático”, así las entretenían. La otra técnica, la de fuego vivo, no daba resultado, las ranas reaccionaban y saltaban rápidamente de la olla.

A. Ferri