Érase una vez una rana saltarina, coqueta y pizpireta. La mejor en saltos de altura de su promoción ranil. De charca en charca saltaba y parecía que volaba.
Grandes distancias recorría buscando la charca más fresca. En su viaje, tropezó un día con una horda de sapos salvajes. Escondida detrás de un arbusto, contemplaba con gran susto, una humeante olla. Ya de noche, se acercó, y lo que allí vio casi la desmayó: un gran número de ranas apretadas a todo trapo, el agua caliente humeaba, más ninguna escapaba porque no les daba la gana.
“¿Qué hacéis ahí?” les dijo, cuando se atrevió a mover el pico, “sobrevivir”, le dijeron. “Pero…, ¿no veis que os están cociendo?”, les contestó la rana saltarina. “¡Oh, no, que va!, el agua está tibia, es el calentamiento global” contestaron resignadas. “Pero… ¿qué decís?, ¿qué calentamiento?, ¿no veis que os están cocinando en una olla?,” Entonces, las ranas de la olla, que tenían obnubilado el juicio hacía mucho tiempo y no querían reconocer su situación, empezaron a tirarle trozos de verdura, patatas y todo lo que encontraban flotando en el agua para que se marchara, gritándole: “¡ranaflauta!, busca tu olla en vez de vagabundear por ahí”.
La rana saltarina, se alejó de la olla y continuó su camino. Volvió a tropezarse con otro grupo de sapos salvajes, calentaban el agua de la olla hasta hervir, a continuación echaban la verdura, las patatas y las ranas, éstas ante el contacto con el agua hirviendo saltaban como posesas, ¡salían de la olla a cientos escampándose por la selva!
La rana saltarina consiguió parar a una, “ranita, ranita, ¿qué ocurre?”, “corre, corre” le dijo, “el fin del mundo ha llegado”. La rana saltarina, no se alarmó, era muy tranquila, “aquí, ocurre algo extraño”, pensó.
Continuó su camino, de en medio de la selva surgió un claro. Una gran pancarta proclamaba: III Congreso anual de calentamiento de ollas. “Puede que aquí esté la respuesta”, pensó. Muchos sapos enormes y feos conversaban, reían, mientras esperaban la llegada del S-7, los siete sapos más poderosos de la selva. Empezó el congreso. Las conclusiones fueron: los sapos querían cocer a todas las ranas, habían experimentado varias técnicas, la más efectiva era calentar la olla para cocerlas a fuego lento, de esa manera no se daban cuenta, además para no alertarlas uno de los sapos salvajes, disfrazado convenientemente de rana, les contaba el cuento “El cambio climático”, así las entretenían. La otra técnica, la de fuego vivo, no daba resultado, las ranas reaccionaban y saltaban rápidamente de la olla.
A. Ferri